Autorretrato con mi padre
Óleo sobre tabla / 62 x 90 cm
Este cuadro es una de las pocas obras literalmente autobiográficas que he pintado, junto al autorretrato con mi madre. También es de las pocas en las que aparezco yo de manera directa. Parte de una fotografía analógica de principios de los 2000 en la que estoy con mi padre, que sale riendo, algo muy poco habitual en mi obra pero que refleja bien su carácter.
La escena está atravesada por una luz frontal que deslumbra la ropa y el rostro, mientras detrás aparece el sofá en el que solía saltar de niño y, en la pared, la reproducción de La noche estrellada sobre el Ródano de Van Gogh que siempre estuvo en casa. Los colores son intensos, saturados, con esa fuerza casi cegadora que convierte un recuerdo cotidiano en imagen.
Me gusta pensar este cuadro como una anomalía dentro de mi trabajo, un momento en el que la memoria familiar, la risa y la pintura se cruzan para dejar constancia de algo tan sencillo y, a la vez, tan propio.

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