Un roce detenido
Óleo sobre tabla / 38 x 52 cm
De formato algo mayor, esta pieza continúa la investigación cromática y plástica del díptico anterior, aunque desplazando la paleta hacia gamas más violáceas, en contraste con el verde que ocupa el suelo. El proceso de infrapintura y sobrepintura vuelve a ser clave, permitiendo que la figura emerja y se disuelva al mismo tiempo entre las telas y mantas de la cama, atrapada en un espacio que oscila entre lo íntimo y lo extraño.
La pintura mantiene esa tensión entre control y desorden: un roce detenido, una estructura que parece consolidarse para después volver a deshacerse en manchas y salpicados, como si la imagen misma resistiera a ser fijada del todo.

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